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V

Todo amor está hecho de naufragios: de soledad y horizontes que se escapan, de presagios funestos y de vendavales tristes, del mismo material que el miedo. Extiendo los brazos y, de pronto, soy el mástil que se resiste a ser doblegado por la tormenta. Tú, junto a mí, eres el velamen que intenta sobrevivirla.

En ocasiones, somos a duras penas animales temerosos de la obscuridad y el frío, fugitivos del silencio que habitan mil ausencias. Pero luego siempre repito que te amo y con estas palabras desdibujo las hasta ayer inexpugnables fronteras, derribo murallas y construyo puentes, me arriesgo a desgarrar el velo. Del otro lado está tu rostro y el de Dios: sonríen. Y en esa brevedad, por un momento, consigo alejar nuestros temores con el conjuro elemental de un beso.