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4. Esterilidad
Borras la huella que trazó tu mano sobre el papel. Hay ocasiones en que ni siquiera el amor o el olvido hacen fértiles tus madrugadas. El día ya te amenaza detrás del horizonte y no tienes el consuelo de una mínima creación ofrendable a los ídolos del insomnio...
5. Soledad
El viento araña los cristales mientras tu cama destila una humedad de invierno. Cuando no hay otra piel con la cual compartir la obscuridad, la noche se transforma en un diálogo de sombras y las manos se agotan interrogando un lecho donde no surgen respuestas.
6. Desamor
Puedes luchar, pero la evocación es un chisporroteo de velas que están por acabarse, y nunca acaban.
7. Dolor
Sabes que un fantasma habita tu cerebro: las voces que trasminan los muebles de tu recámara, la silueta desdibujada en las cortinas por el aire y la mano que se desliza de tu cintura a tus hombros te lo dicen, no puede ser más que eso.
8. Miedo
En cada rincón adivinas un naufragio. Huyes de las construcciones y los espacios íntimos para no imaginar las posibilidades de tanta y tan gran desolación. ¿Qué más da ceder ante las nigromancias del temor o hundirse en la profundidad del desaliento?
9. Incertidumbre
No existe filosofía que soporte el cincel corrosivo de las penumbras ni iglesia que ofrezca un paraíso tranquilizador al naúfrago. Pero tal vez consigas algo de alivio contemplando las ruinas que dejó el silencio.
10. Condena
Las avenidas solitarias poseen cierta sensualidad fúnebre: el pavimento permanece mudo, las sombras se alargan y los árboles se tornan pálidos, parecen murmurarte al oído su maldición seductora y un exilio perpetuo.
11. Angustia
De pronto, ante la violencia inmisericorde de descubrirte en absoluta soledad, ¿no empiezas a dudar de los espejos? Y si los minutos se eternizan, ¿no tienes la impresión de que al palpar tu rostro encontrarás un yermo?
12. Desesperanza
Te detienes a mitad de un cruce donde los semáforos parpadean, confundidos por la medianoche. Recuerdas la imagen que te acecha desde todos los resquicios de obscuridad y comprendes que no tienes otro oficio que el de gritar su nombre, aun sin saber si éste po...
I
Ella toca su pecho y lo descubre firme;pero no encuentra otra pielni otras manos,sino apenas la humedad recalcitrante de su sexo. Él agota las páginas de un libro,y se acuesta desnudo y aferrado a una almohadapara intentar no hundirse en los silencios. Las m...
II
Recorren los pasilloscon la seguridad de encontrarseal dar la vuelta en cualquier esquina,y se distinguen entre muchos rostroscomo lo harían en mitad de algún desierto. Ella busca ese cuerpoy esa mirada que la reconocen hembra,e imagina sobre sus muslosel vai...
III
Hacen el amorcomo si la muerte los acechara en cada despedida —los salones vacíos y las calles solitarias,una vereda oculta entre los árbolesy una hamaca arrullada por el viento o la alfombra de una habitación llena de librosy unas literas en un lejano puebl...
Autobiografía parcial
Porque ¿qué es lo que quiero decir, Señor, sino que no sé de dónde he venido acá, a ésta, por así decir, vida que muere o muerte que vive? No lo sé.—San Agustín
I
Eras el horizonte navegable de mis noches y la brisa tejía tu olor en las almohadas de mi cuarto. Ahora no entiendo el pecado de tomar como única patria ese territorio que agoté —de frontera a frontera— con mis besos, esos brazos que se extendieron alrededor d...
II
Busco la curvatura de tu cuelloe imagino las noches bajo la sombra claraque sobre mí proyecte la humedad de tu cuerpo—y en la mínima distancia entre tus labios y los míosun rumor ancestral de lujuria y manantiales Busco un poco más alláen el temblor de tus ma...
III
Serás de otro como fuiste míatus uñas dibujarán sobre otra espaldalos ideogramas de una pasión fugaz—tu aliento entrecortado será un aleteo de palomasen la cornisa de una noche tanto o más luminosa que las nuestras El sudor hará brillar tu pechocomo alguna ve...
IV
Soy culpable de besar tus pechosy dormir por mil noches en tus brazos—las tardes eran un espejo donde crecía una velada angustiay la piel desdibujaba las fronteras Soy culpable también de la borrascay los signos infaustos del silencio—pero no existió ...
V
Sólo me resta estar sobre la corteza de cada día como la luz se ciñe a las siluetas, caminar por las avenidas hasta que se termine la voluntad de añadir otro paso a tanta angustia, hundir la mirada en el escote de un vestido para saber si ahí se encuentra el c...
I
Quisiera nombrar la gracia de una mujer con la caligrafía temblorosa de mis brazos, porque estoy como un solitario cualquiera: vacío de otras frases que no sean aquellas rescatadas de unos labios-hembra. Quisiera decir la fe y el calor de su regazo; pero no c...
II
Dices “no quiero ser como los gatos”y en tu rostro aparece un visaje solitariocomo un animal que nace y muere en el desierto—nuestra independencia es un estandarteque reclama y define mil distancias “Es agradable tener con quién besarsey con quién desdibujar ...