II
…reconocer con la yema de los dedos
cada vereda
trazada desde tus arduos muslos
a la cima del cuello
y luego de vuelta hasta tu centro
me dirige hacia el fugaz reposo
a un costado de la calma
más allá de la ansiedad y el vértigo.
A veces soñarnos
bajo el incendio de un crepúsculo
y después…