Fiat Lux

Pensamientos afines

Si uno tuviera al menos una franja de luz
o un pedazo de amor donde meter las manos
estar seguro del dibujo del otro, ponerlo sobre el pecho
o a contraluz del globo de la luna.
—Nelson Simón González

Sí,
ya sé que hay una calle para el amor,
un rincón para la ternura en donde está la luz creciendo.
—Enriqueta Ochoa

Todo se hace en silencio. Como
se hace la luz dentro del ojo.
El amor une cuerpos.
En silencio se van llenando el uno al otro.
—Jaime Sabines


Ninguna promesa terrena
puede apacentar mi corazón
como la certeza del sol
que de tu cielo se desborda.
—Vincenzo Cardarelli

¡Por fin, las lámparas están a vuestro lado,
el resto de la vida, por mirar!
¡Pasó ya medianoche, brilló el astro del alba!
—Emily Dickinson


Ha resplandecido como una mujer joven,
incitando a moverse a todo lo que vive.
El Fuego se ha dejado inflamar por los hombres:
rechazando las tinieblas, ha hecho la luz.
—Rig Veda (A la Aurora, VII.77)

Fiat Lux

Amor, te nombro
como la luz dibuja un horizonte
en cada madrugada.

Pero aun así, ¿cómo atraparte,
con qué agudo anzuelo de palabras
o en cuál quebradiza red de frases?
Tu faz se diluye sin un cuerpo,
de tiempo en tiempo se desgaja
en mil fugaces alboradas.

Sólo ante el abismo,
a un paso del vértigo carnal,
se descifra la luz que hay en tus signos.

Primer signo

Tu rostro
surgió hasta el nuevo día
para invocar la caricia
de unos ojos
que lo abriguen y lo envuelvan
con su mirar andariego.

Y tu nombre
antes de ser palabra
nació para ser un cuerpo
enraizado en la memoria
tiránica del deseo.

Segundo signo

Como al llegar la primavera
se abren las flores
y escuchan el cantar que trae el viento,
florecen mis oídos,
se vuelven fecundos
y reciben el polen de tu aliento.

Tercer signo

Tu cuerpo
se cuela entre mis párpados,
en cálidos fragmentos de color
gotea a través de la mirada
y avanza,
desde la piel a la memoria,
para hacerse constante recuerdo.

Cuarto signo

Sostenida en el aire
por la red acústica
que brota de tu aliento:

tu voz

se escurre hasta mi oído
como lo hace la cascada auditiva
que en un puñado de hojas
mece el viento.

Quinto signo

Se filtran a través de la mañana
y cruzan la memoria.
Se condensan.

Son gotas que en el sueño
remedan con su rítmico sonido
el dulce acento de tus pasos:
la presencia y el recuerdo
fundidos en un símbolo:
su canto.

Sexto signo

Buscar en el aire
y de pronto encontrar un horizonte.
Sentir algo
que presagia el retorno de tu cuerpo
como tal vez alguna nota
nos trae las imágenes de un piano
o el eco inaccesible de un recuerdo.

En la brisa
encuentro ese algo
horadando las noches con deseos:
es tu aroma
que erosiona los segundos, gota a gota.

Séptimo signo

Desciende por la espalda suavemente,
se curva en la cintura
y se vuelve cadera.

Abarca con su cálido tejido
desde hombros y vientre hasta las piernas:
tu forma
en su acuático fluir
del placer la textura me revela.

Octavo signo

Con la mano
exploro los hombros,
subo a la garganta y avanzo.

En la obscuridad dibujo un rostro:
labios y párpados,
mejillas y frente;
regreso al cuello
y deslizo los dedos
como si lloviera mansamente
sobre el cauce sensual de tus cabellos.

Noveno signo

Un poco más allá de la vigilia
y un poco antes del sueño,
creo ver esbozada en la franela
el plano arquitectónico de un cuerpo
que se extiende al costado de mi lecho.

De pronto delinea tu silueta
y, con hambre de piel y sed de carne,
a la luz del insomnio me despierta.

Décimo signo

Sobre los tibios pliegues
de tu piel
me florecen capullos dactilares
y descubro, al leer, con ambas manos
entre sus muchos relieves corporales,
el rostro ardiente de la carne.

Fiat Lux (finale)

Encuentro tu faz en cada signo:
en las grecas del viento,
en las manos
que descifran las líneas de tu cuerpo,
en el abismo
que se abre entre mis párpados
y apresa la luz.

Cada momento
revela los trazos y colores
que inscribes con tu voz,
con tu silencio.